Basada en la exitosa novela de Arthur Golden, la película Memorias de una geisha (2005) está dirigida por Rob Marshall.
Ambientada en la época dorada de las geishas, cuenta la historia Chiyo, una niña de procedencia humilde, que es vendida a una casa de geishas. Allí aprenderá, de la mano de su mentora Mameha, el oficio de esta enigmática profesión. Deberá hacer frente a su rival Hatsumono para convertirse en la geisha Sayuri, aprendiendo además a controlar sus sentimientos hacia el hombre con el que tuvo un encuentro casual de niña y al que no ha podido olvidar.
El maravilloso trabajo que hizo la diseñadora Colleen Atwood (Eduardo Manostijeras, Into the Woods, Chicago) le valió el oscar al mejor diseño de vestuario.
Atwoood tomó referencias de la cultura japonesa de 1920 a 1940; visitó Kyoto , investigó en los archivos del Instituto de la moda de Tokio y fue a las fábricas de kimonos y obis para finalmente confeccionar, junto a un equipo de 30 personas, más de 250 kimonos. Los que vestían los personajes secundarios fueron alquilados e incluso comprados a través de eBay, como ocurrió con unos antiguos. Típicamente se tarda un año en tejer un kimono en Japón; para la película se necesitaron apenas un par de semanas.
La palabra kimono significa «vestido». Hay que distinguir dos tipos: el de una maiko (aprendiz de geisha) con telas de seda bordadas y colores llamativos; y el de geisha, un poco más discreto. Las mangas de un kimono de maiko son largas y se van recortando según evoluciona su aprendizaje, llevando motivos decorativos en el dorso en función de la experiencia, siendo su cuello rojo. Las geishas lucen colores lisos o estampados menos llamativos y, al igual que las maikos, eligen el kimono según la estación del año. El cuello es de color blanco y la banda de la parte baja del kimono, rosa.
El obi, en el atuendo de una geisha, es un cinturón ancho que sirve para reforzar la espalda, sujetándose por una cuerda llamada Obi-Jime.

En la imagen, escenas de la película donde se aprecia el Obi y cuello del kimono de Sayuri y un detalle del bordado floral en el tejido.

Momento en el que se kle coloca el Obi-Jime a Hatsumono, una de las protagonistas de la película «Memorias de una geisha».
El kimono es una prenda sencilla de ocho metros de tela, pero sus capas rectangulares y la técnica de tinte de la seda (Shibori) lo convierten en una obra maestra, pues requiere mucho esfuerzo, ya que se tiñe la tela con puntos. No hay que olvidar que los kimonos de las maikos y geishas son más largos que los kimonos normales. Como dije antes, el estampado cambia con respecto a los meses del año, al igual que las capas del kimono.
En Memorias de una geisha, la diseñadora se tomó ciertas libertades a la hora de confeccionar el vestuario, aunque sí mantuvo motivos típicos como la flor del cerezo, utilizado en primavera, o las hojas de árboles en otoño.

Otro ejemplo donde se observa que los tejidos son escogidos en conconancia con la estación del año en la que se nara la historia. En la imagen, Sayuri con Kimono de motivos otoñales.
Las actrices, ayudadas por dos personas, tardaban una hora en vestirse. Una vez más, la gama de colores diferencia el carácter de los personajes. Sayuri es un personaje vinculado al agua del río y se emplearon kimonos con motivos acuáticos y tonos claros. El kimono que la protagonista luce el final, en color azul y gris y una cascada fluyendo hasta el dobladillo, fue el favorito de la diseñadora Atwood.

Bocetos de kimonos para «Memorias de una geisha» con detalles acuáticos. El que aparece a la izquierda, es el predilecto de Atwood, según comentó la diseñadora en una entrevista.

A la izquierda, boceto de kimono. A la derecha, una escena de la película donde la protagonista luce el mismo diseño.
La transformación del personaje de Sayuri también se refleja en la evolución de su ropa. Comenzó en su infancia con telas grises de algodón para terminar luciendo kimonos de seda en muchas gamas de colores.

A la izquierda, la protagoinista siendo una niña, con tejidos más humildes. A la derecha, una joven Sayuri con ropajes de seda.

En las imágenes, secuencias de «Memorias de una geisha» donde se distinguen los kimonos variados que luce Sayuri a lo largo de la película.
Mameha adopta a Chiyo (Sayuri, de pequeña) como maiko y ejerce de mentora para que aprenda a ser una geisha. Viste de forma elegante, con colores tenues reflejo de su carácter sosegado y tranquilo.

Secuencia donde se aprecia, en la parte baja del kimono de Mameha, el detalle floral y Sayuri portando sandalias Okobo.
La rival con la que tiene que competir Sayuri se llama Hatsumono. El vestuario de ésta refleja su carácter altivo: colores oscuros y estampados fuertes; en muchas ocasiones kimonos rojos. Incluso el largo de sus mangas, que no se adapta al kimono tradicional, es una manera de evidenciar su prepotencia. Atwood le dio un toque más moderno al personaje de Hatsumono; el abrigo negro con cuello de chinchilla que luce en la película es uno de los favoritos de la diseñadora: “Tomé el patrón de los dibujos de una pieza vintage que conseguí en Londres y lo hice bordar en una seda similar; después le añadí la piel y lo forré en terciopelo, algo que no se hacía en Japón para entonces. Una geisha verdadera jamás luciría algo tan llamativo, pero era divertido y pensé que sería hermoso”.
A lo largo de la película se muestra la formación que sigue una maiko para convertirse en geisha y dominar todas las artes: baile, canto, literatura, teatro, ritual del té,…de ahí el origen de la palabra «geisha»: «gei» en japonés significa «arte». En esas escenas, el vestuario se muestra en armonía con la fotografía del filme.

Secuencia donde Mameha enseña a Sayuri la ceremonia del té. Las prendas se ven en consonancia con el los tonos de la escena.
Una de las escenas más difíciles de rodar fue la del baile, en el que la actriz que interpreta a Sayuri tuvo que alzarse en unas plataformas de 20 cm de alto diseñadas por Deborah Ambrosino. Sayuri interpreta en el escenario a una chica que sufre el abandono de un hombre y se vuelve loca. Colleen Atwood quiso reflejar la dureza del momento confeccionando un kimono de seda en blanco plateado, con mangas forradas de color rojo.

Sayuri interpretando la danza en la nive. Con los movimientos, se aprecia el forro de color rojo que Atwood creó para la película.
En Memorias de una geisha se cuidaron todos los detalles, se tuvo en cuenta la creatividad de la diseñadora, que personalizó cada traje de los personajes principales. La película ilustra la llegada de la cultura occidental a Japón en la Segunda Guerra Mundial; Atwood la refleja en el personaje de Calabaza, con un estilo común de los años 40.
Una película con un impresionante vestuario para dar vida a la historia de una geisha. «Las top model de su tiempo. Ellas eran las que imponían las tendencias” (Robert Marshall).
Texto: Lola Delgado Pozo
Fotos: Columbia Pictures, American Cinematographer
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